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jueves, 2 de abril de 2009

ADIOS A UN POLITICO CON HISTORIA... ADIOS RAUL ALFONSIN



Estoy seguro de que la Historia, cuando me juzgue, no será tan dura.” Así dijo Raúl Ricardo Alfonsín en al momento más difícil de su gobierno, el alzamiento carapintada de Semana Santa de 1987, que culminó con la famosa frase dicha ante la multitud que salió a defender la democracia: “La casa está en orden”.
Veintidós años después, falleció –a los 82 años–
Fue el primer presidente del retorno de la democracia. el hombre que consolidó el regreso de la democracia a la Argentina.
Cuando en julio de 1982 –aún en dictadura– lanzó su campaña en un acto multitudinario en la Federación de Box de la calle Castro Barros, Alfonsín se mostraba seguro de que la democracia lo depositaría en la Casa Rosada. Este hijo de un comerciante minorista radicado en Chascomús, nieto de un inmigrante gallego republicano, estaba convencido de su camino.
En 1950, comenzó su militancia en el Movimiento de Intransigencia y Renovación
En 1954 fue elegido concejal de esa ciudad bonaerense, su primer cargo electo. Interrumpido al año siguiente cuando fue encarcelado por la Revolución Libertadora. El gobierno radical de Arturo Illia lo llevó a una banca de diputado en el Congreso de la Nación.
Hasta que otro golpe militar, el del general Juan Carlos Onganía –noviembre de 1966–,o llevó otra vez a la cárcel, por haber reabierto el comité provincial de la Unión Cívica Radical del Pueblo.

Durante la dictadura de Onganía, Alfonsín estrechó sus contactos con sectores de centroizquierda, como el socialismo dirigido por su amigo Guillermo Estévez Boero, y comenzó a desarrollar, desde la provincia de Buenos Aires, un pensamiento socialdemócrata dentro del radicalismo que tendría un considerable impacto en la juventud. Alfonsín rechazó expresamente la lucha armada como camino, optó por un canal pacífico de militancia de centroizquierda. El alfonsinismo apoyó la consigna “Elecciones libres y sin proscripciones”, como alternativa a “Ni golpe ni elección: revolución”. La actividad política vedada obligó a Alfonsín a expresar su oposición a la dictadura y difundir sus argumentos a través de su actividad periodística: fue columnista de la revista Inédito, de Mario Monteverde, y escribió artículos en otros semanarios bajo el seudónimo de Alfonso Carrido Lura. Entre 1971 y 1972, los jóvenes radicales comienzaban a acercarse a Alfonsín.

En septiembre de 1972, en Rosario, se creó el Movimiento Renovador Nacional, reclamando un programa de carácter nacional, popular, democrático y liberador, y proclamando a Raúl Alfonsín como precandidato presidencial en las internas de la UCR. En las elecciones internas se impuso el balbinismo-unionismo, en tanto que el alfonsinismo obtuvo la minoría.

En 1973, la UCR perdió las elecciones ante Juan Domingo Perón; Alfonsín resultó electo, una vez más, diputado nacional. Poco después, en mayo, amplió la extensión del sector que conducía para crear el Movimiento de Renovación y Cambio, con una posición sumamente crítica a la estrategia de unidad nacional del balbinismo, en contra de todo acuerdo con el peronismo, y un programa de izquierda socialdemócrata que proponía la reforma agraria, una nueva reforma universitaria, la democratización del sindicalismo y el establecimiento de una democracia social.

El 18 de diciembre de 1975, tres meses antes del golpe militar que dio inicio a la dictadura más sangrienta, Alfonsín fundó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Esta. fue la primera creada en el país para hacer frente a las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que en aquella época comenzaron con la actividad de la Triple A.
Durante la dictadura, Alfonsín puso gratuitamente su servicio de abogado para defender a opositores y presentar hábeas corpus por los detenidos-desaparecidos, actividad que por sí misma solía significar la muerte.

La aparición, en 1982, de la Guerra de Malvinas, no modificó la lucidez con que Alfonsín veía la política y el futuro de la Argentina: se opuso a la acción militar, sosteniendo que su finalidad era el fortalecimiento de la dictadura.

La democracia. Desde ese lugar, extraño para el radicalismo del balbinismo y de Fernando de la Rúa –a quien aplastó en las internas partidarias–, Alfonsín se lanzó desde fines de 1982 a luchar por la presidencia de la Nación.
. Varios lemas tuvieron impacto masivo, como la frase “Ahora Alfonsín”, o la imagen de un escudo con los colores de la bandera argentina y las iniciales “RA”. Para acentuar la importancia de su mensaje democrático eligió cerrar sus discursos citando el Preámbulo de la Constitución nacional. Y emocionó a todos con una promesa: “Con la democracia se come, se cura y se educa”.
Las elecciones se realizaron el 30 de octubre de 1983 y Alfonsín triunfó obteniendo el 51,7 por ciento de los votos frente al 40,1 del peronismo de Italo Lúder. El 10 de diciembre de 1983 asumió la presidencia de la Nación.


¿Cuánto podía durar el gobierno democrático? ¿Los militares lo dejarían gobernar? Eran preguntas que todos se hacían entonces. Las corporaciones estaban más fuertes que nunca y las heridas de una dictadura que nos había bañado con sangre estaban en la piel de todos. Pero Alfonsín sorprendió al mundo con una jugada riesgosa e histórica: procesó y juzgó a las tres juntas militares y creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). El pueblo reaccionó con emoción y esperanza: el 20 de septiembre de 1984 la Conadep produjo su famoso informe titulado Nunca Más y concurrió a entregarlo al presidente Alfonsín acompañada de una multitud de 70.000 personas. Entre el 22 de abril y el 9 de diciembre de 1985 se juzgó a “los asesinos del Proceso” y se los condenó, por primera vez en la historia del país.

En 1987 la rebelión carapintada puso al país al borde de una guerra civil. Las decenas de miles de personas que salieron a las calles a defender la democracia chocaron con la fuerza de las armas. Sin militares que le respondieran, el gobierno alfonsinista tuvo que pactar con los amotinados: así se parió la Ley de Punto Final a los juicios por violaciones a los derechos humanos.

La Semana Santa de 1987 constituyó un punto de inflexión para la popularidad de Alfonsín, que se reflejaría en la derrota de la Unión Cívica Radical en las elecciones para gobernadores y parlamentarias de ese año. Pero también es cierto que Alfonsín logró entregar su mandato a otro presidente civil, de otro partido político, hecho que no sucedía desde 1916, y que desde su asunción, en 1983, la Argentina inició el más extenso período democrático de su historia.

Entre alzamientos militares y presiones de la Iglesia Católica, la Unión Industrial, la Sociedad Rural, entre otros grupos de poder, Raúl Alfonsín llevó adelante medidas revolucionarias que pacificaron al país – el acuerdo de paz con Chile–, y que lo hicieron ingresar en la modernidad, como la ley de divorcio. También tuvo tiempo para plantarse ante curas golpistas y ante el propio presidente norteamericano, Ronald Reagan, con un histórico discurso en los jardines de la propia Casa Blanca.
Pero lo que los alzamientos militares no pudieron, lo lograron los grupos económicos.
En abril de 1988, la Argentina entró en moratoria del pago de su deuda externa. En agosto la inflación alcanzaba el 27,6% mensual. En octubre, el gobierno puso en práctica un plan de salvataje, el Plan Primavera, cuyo objetivo primordial era llegar a las elecciones con la economía bajo un mínimo de control. Básicamente consistía en un acuerdo de moderación del aumento de precios con la Unión Industrial Argentina y la Cámara de Comercio y un nuevo régimen cambiario, donde el Estado intermediaba en la compra y venta de divisas.

El Plan Primavera duró poco. Los operadores cambiarios lo rechazaron, el Banco Mundial suspendió su ayuda a la Argentina y a finales de enero de 1989 se inició una corrida masiva hacia el dólar. La inflación, que en febrero de 1989 era del 9,6% mensual, alcanzó 78,4% en mayo, mes de las elecciones presidenciales, adelantadas intencionalmente por Alfonsín (algo que consideraría luego un grave error).

En las elecciones presidenciales del 14 de mayo triunfó Carlos Menem. Pero aún faltaban siete meses para la fecha de entrega del mando, que debían transcurrir en medio de la hiperinflación. Ante el riesgo de disolución del Estado y la eventualidad de un nuevo golpe militar, Alfonsín renunció el 9 de julio de 1989 para anticipar la entrega del mando a Menem ya que por esos días una escalada de saqueos se dio en diversos comercios y supermercados del país.


Alfonsín dejó la presidencia en manos del peronismo. Luego de la derrota electoral, permaneció como presidente de la Unión Cívica Radical. Hasta que en las elecciones parlamentarias de 1991 el desempeño electoral de la UCR, obteniendo el 29 por ciento de los votos, fue aún peor que el de 1989. Ello llevó a Alfonsín a renunciar a la presidencia del Comité Nacional.

En medio de cambios impensados en la economía y con un menemismo con una popularidad creciente –al margen de la desindustrialización y los repetidos casos de corrupción– el radicalismo volvió a fracasar en las elecciones parlamentarias del 3 de octubre de 1993. Alfonsín sostuvo que era necesario dialogar y llegar a un acuerdo con el presidente Carlos Menem. Volvió a ser elegido presidente del Comité Nacional de la UCR en 1993 e inmediatamente se reunió en secreto con Menem y terminó llegando a un acuerdo conocido como “el Pacto de Olivos”, en una de las jugadas políticas más polémicas y discutidas que tomó Alfonsín tras dejar la presidencia.

El Pacto de Olivos fue un acuerdo para reformar la Constitución nacional pero estableciendo pautas básicas sobre las condiciones de la reelección de Menem y los contenidos de la reforma constitucional. Allí se acordó no realizar un plebiscito, y aceptar la reelección por una sola vez del riojano, pero acortando el primer mandato, al mismo tiempo que se acortaron los mandatos de los senadores, se incorporó un tercer senador por la minoría, se estableció la figura del Jefe de Gabinete y el Consejo de la Magistratura para atenuar el presidencialismo, a la vez que se sometían los decretos-leyes a reglas precisas, se incluían varios derechos de tercera y cuarta generación y se daba prioridad a los tratados internacionales sobre la leyes. La Convención Constituyente sesionó en la ciudad de Santa Fe entre mayo y agosto de 1994 y produjo la Reforma Constitucional de 1994 en la que resultaron modificados 43 artículos. El propio Alfonsín fue convencional constituyente.

El Pacto de Olivos tuvo un impacto muy negativo sobre la UCR, que en las elecciones de convencionales constituyentes obtuvo el menor porcentaje de su historia hasta entonces (19,9%), y en las elecciones presidenciales de 1995 cayó aún más, al 17,1%, constituyendo por primera vez en la historia la tercera fuerza (segunda fue el Frepaso).

La caída electoral de la UCR, y la evidencia de que Menem buscaba un tercer mandato, incluso forzando la letra de la nueva Constitución, llevó a Alfonsín a acercarse al Frepaso. El 3 de agosto de 1997, se concretó la Alianza entre el Frepaso y la UCR. Para dirigirla se constituyó una mesa de cinco miembros, el Grupo de los Cinco (Alfonsín, Chacho Álvarez, Fernando de la Rúa, Graciela Fernández Meijide y Rodolfo Terragno). La Alianza obtuvo un notable triunfo en las elecciones parlamentarias de 1997, alcanzando el 45% de los votos en todo el país y ganando incluso en la provincia de Buenos Aires.

Llegó la resurrección política pero acompañada por la mala suerte. El 17 de junio Alfonsín sufrió un grave accidente automovilístico, en el que se temió por su vida. Luego de una larga recuperación, se puso nuevamente a jugar en la arena política. Y el trabajo dio sus frutos. La UCR, esta vez con aliados, volvió a derrotar en las urnas al peronismo, como en el lejano 1983. En las elecciones presidenciales del 24 de octubre de 1999 triunfó el candidato presidencial de la Alianza, Fernando de la Rúa.

En noviembre Alfonsín fue designado vicepresidente de la Internacional Socialista y en diciembre elegido por unanimidad presidente del Comité Nacional de la UCR a propuesta del propio De la Rúa.

Durante el gobierno de “Chupete”,ALFonsín fue tomando distancia del gobierno.

En las elecciones parlamentarias de octubre de 2001 resultó elegido senador por la provincia de Buenos Aires por la minoría. Pero los tiempos políticos se aceleraron. La crisis económica y social se acentuó y de la mano del “corralito” de Domingo Cavallo, en diciembre de 2001, llegó el fin del gobierno de De la Rúa.

La violencia ganó las ciudades de la Argentina, entonces Alfonsín, como senador, apoyó la elección como presidente provisional de Eduardo Duhalde, para luego renunciar a su banca, aunque mantendría una relación muy cercana a Duhalde.

El 24 de marzo de 2006, a 30 años del golpe militar de 1976, Alfonsín encabezó un acto frente a la ESMA, en el que reivindicó el rol de su gobierno en el Juicio a las Juntas y su política de derechos humanos, y cuestionó al gobierno de Néstor Kirchner, por la modificación no consensuada de la ley del Consejo de la Magistratura.

Pero el cáncer de pulmón pudo más que las ganas de seguir haciendo política de este tozudo descendiente de gallegos. En el año 2008, Alfonsín fue sometido a una operación en los Estados Unidos. Pero no alcanzó y su salud siguió deteriorándose con rapidez.

Su última aparición pública fue el 1 de octubre del año pasado, cuando se lo homenajeó y se descubrió su busto en la Casa Rosada. Se había cumplido un cuarto de siglo de democracia ininterrumpida. Esa democracia que Alfonsín inauguró y protegió. Con virtudes y defectos. Pero democracia al fin. Esa a la que Alfonsín dedicó su vida.
Hoy jueves 2 de abril de 2009,dia en que se recuerda a los heroes de Malvinas, despedimos a este heroe de la politica.
Gracias Raul, aunque tu elección haya sido ser Radical, sabemos que fuiste el gran hombre de todos los argentinos.

Fueron oradores entre otros...

Palabras de despedida Graciela Fernandez Meijide
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Palabras de despedida de Antonio Cafiero
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